Desde el interior de la camioneta y aún con los vidrios polarizados, se dejaba entrever un pequeño perrito que, al ver que alguien se detenía a mirar, rascaba desesperadamente la puerta y la ventanilla, mientras otro gemía en la parte de atrás del vehículo.
Alguien que advirtió lo que estaba pasando no dudó en informarlo telefónicamente al 911, Sistema de Videovigilancia.
Entonces llegó una patrulla y tras obtenerse el número de la patente se supo que pertenecía a alguien domiciliado en calle Gobernador Mihura, de Paraná.
Poco rato después, caminando tranquilamente, una pareja mayor llegó hasta el vehículo y sin preocupación alguna intentaban retirarse. No hubo actuaciones sumariales por parte de la policía, pero sí un educado sermón que avergonzaría a cualquiera, consigna El Diario.
La pareja trató de excusarse diciendo que habían ido a la farmacia, e incluso, mientras se demoraban dando explicaciones, seguían sin abrir la puerta del vehículo, por lo que la gente que ya, curiosa, se detenía a ver lo que estaba pasando, empezó a pedir que sacara los perros de adentro del auto. Antes de retirarse, la señora, que era quien conducía el vehículo dijo entre sonrisas, "uno de ellos tiene 16 años, está viejito, pero le gusta quedarse en el auto, por eso los dejamos".
El oficial solo dijo: "Trate de no hacerlo otra vez".