Capitán vive en el cementerio desde enero de 2007. Su historia recorrió el mundo unos años más tarde. Miguel Guzmán, el dueño del perro, falleció en marzo de 2006, y a los pocos meses Capitán desapareció de la casa. La familia lo dio por perdido o pensó que había muerto. Fue unos meses después, en una visita al cementerio, cuando se dieron de que el perro había seguido el rastro de su dueño y se había instalado a vivir allí, al lado de su tumba.
El veterinario Cristhian Stempels es el encargado de seguir de cerca el estado de salud de Capitán junto a la asociación Fupa, que es la que aporta el alimento especial que necesita.
Lo vemos de manera periódica y es un perro de 11 años, que tiene este problema renal que le descubrimos hace algunos meses y estamos en un tratamiento, aseguró el facultativo, que apuntó que el animal recibe todos los cuidados necesarios pero tiene libertad para salir a las calles y comer cualquier cosa que le den.
Elizabeth Caserta, una de los miembros de Fupa, admitió que más allá de los cuidados que se le den, la salud del perro está en una pendiente.
Ha tenido una vida de perro callejero, con comidas a destiempo, mucha intemperie y es un animal muy particular al que le gusta la soledad y siempre anda con la mirada triste, remarcó la mujer, que añadió que más allá de los controles periódicos que se le hacen, la situación de salud es muy delicada.
Monumento y recorrido
Héctor Baccega fue uno de los que descubrió quién era en realidad el perro Capitán. Un día vio cómo se reencontraba con la mujer y los hijos de Miguel Guzmán, en la puerta del Cementerio. Ahora lo ve cansado y dice: Parece que se quisiera ir con su amo.
Baccega comentó que ya hay una propuesta de la asociación proteccionista Fupa para hacer un paseo por el Cementerio que lleve al lugar donde está Capitán casi siempre, al lado de la tumba de su amo. Y aseguró que también se piensa en una escultura, para inmortalizar esa relación de amor y fidelidad que trasciende la muerte.
El funcionario que se llevó a su casa a un hijo de Capitán asegura que son muchos los visitantes que llegan al lugar sólo para ver al perro y llevarse una foto de recuerdo.
Historia de lealtad
Era un regalo de Damián, de 13 años, para su papá, Miguel, en su casa de Villa Carlos Paz. Lo extraño de esta historia empezó el 24 de marzo de 2006, cuando Miguel murió. Pasaron los días y nadie notó la ausencia de Capitán. Había dejado la casa.
Al tiempo volvió, olfateó cada rincón y se fue. Se quedó un tiempo viviendo afuera, a unos metros, a mitad de cuadra de la casa, contó en 2012 Verónica Moreno, la viuda de Miguel.
Después el perro desapareció. Hasta que un día, cuando fuimos con mi hijo al cementerio, lo encontramos ahí. Damián comenzó a gritar que era Capitán y el perro se nos acercó ladrando, como si llorara, contaba con emoción Verónica. Pero al regresar, Capitán no los siguió, aunque lo llamaban. Se quedó en el cementerio, con Miguel.
Miguel murió en el hospital de Carlos Paz y su cuerpo fue trasladado a una casa velatoria, muy lejos de su vivienda. Según el relato de la familia, ni ese día ni ningún otro el perro los siguió hasta el cementerio.
El domingo siguiente volvimos a visitar la tumba de Miguel y el perro estaba ahí. Esa vez nos siguió, en el regreso, porque habíamos ido caminando. Se quedó un rato con nosotros en casa pero después volvió al cementerio, relataba Verónica.
La Voz del Interior.