El informe, que se basa en testimonios de más de veinte miembros de la congregación, detalla que el religioso realizaba lo que él denominaba trabajos de purificación espiritual. A los hombres les ordenaba pasar la noche durmiendo en una habitación, mientras que la purificación de las mujeres consistía de tocarlas y practicar actos sexuales.
De acuerdo con lo declarado por los testigos, esos trabajos que denominaba limpieza respondían a un mandato divino. Frecuentemente el líder decía a sus seguidores que el arcángel San Miguel se introducía dentro de su cuerpo para transmitir sus enseñanzas, recitaba en una lengua que decía que era arameo, y durante el acto sexual, las feligresas conseguirían purificarse.
Según se detalla el diario La voz de Galicia, el lugar donde el líder se retiraba a descansar estaba comunicado con las habitaciones de las mujeres que vivían consagradas, conocidas como miguelianas.
El Obispado, que no ha denunciado los hechos, se limitó ayer a decir que lo ha apartado de esta asociación pública de fieles tras recibir acusaciones graves en torno a su conducta moral.