Todo comenzó anteayer con un artículo del diario La Repubblica que reveló la existencia de un establecimiento balneario llamado Playa Punta Canna (un juego de palabras entre la famosa localidad de República Dominicana y el cañón de un fusil), regenteado por un confeso admirador de Benito Mussolini. Tal como pudo verse ayer en todos los noticieros, la playa en cuestión es un paraíso para nostálgicos del régimen del Duce.
El lugar, en la región del Véneto, está lleno de pósters con imágenes del fundador del fascismo y carteles alusivos al denominado ventennio.
"Zona antidemocrática y bajo régimen. No rompan los co..."; "reglas, orden, limpieza, disciplina y severidad"; "defender la propiedad disparando a altura de hombre, si no te gusta, me ne frego"; "servicio sólo para clientes, si no, palo en los dientes"; "la ley de la justicia nace del cañón del fusil". En el balneario también pueden verse imágenes del Duce haciendo su típico saludo fascista, junto a la leyenda: "Esto es más que un saludo, es un estilo de vida".
Pero hay más
En algo que hizo poner el grito en el cielo a la comunidad judía, más allá del bar y las 650 reposeras y sombrillas que la playa le ofrece a los turistas, en la parte de las duchas hay otro cartel aún más shockeante: "Cámaras de gas, prohibido entrar".En la oficina del dueño, Gianni Scarpa, hay memorabilia fascista de todo tipo. Aunque lo más increíble es que, hasta que todo esto salió a la luz, Scarpa, de 64 años y llamado "el pirata" por su pañuelo negro en la cabeza, cada tanto, a través de un megáfono, entretiene a sus clientes. Y pronuncia arengas playeras en contra de la democracia ("que me da asco"), en contra de los drogadictos ("que hay que exterminar") y, además, en contra del papa Francisco. "¿Él quiere construir puentes y no muros? ¡Entonces le construimos nosotros un puente de Roma a Buenos Aires y lo mandamos de vuelta a casa!", dijo el sábado pasado, según un audio publicado en La Repubblica.