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El gobierno de Colombia y las FARC firman un histórico acuerdo de paz

El presidente Juan Manuel Santos y el máximo jefe de las FARC, Rodrigo Londoño se darán la mano por primera vez en suelo colombiano. El acto marcará el comienzo de la cuenta regresiva para que la guerrilla deje las armas.
El presidente Juan Manuel Santos y el máximo jefe de las FARC firmarán hoy un acuerdo de paz que pondrá fin formalmente a más de medio siglo de un conflicto armado en Colombia. Será un histórico acto para cerrar un capítulo de violencia que dejó miles de víctimas y obstaculizó el potencial económico del país.

Santos y Rodrigo Londoño, alias "Timochenko", el número uno de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), se darán la mano por primera vez en suelo del país sudamericano, en el inicio de una etapa que le permitirá a la guerrilla luchar por sus ideales desde la política y dejar la confrontación militar en las selvas y montañas.

El acto marcará el comienzo de la cuenta regresiva para que la guerrilla deje las armas, a más tardar en seis meses, y se convierta en un partido político. El violento conflicto de 52 años dejó 220.000 muertos y millones de desplazados.

En Cartagena, balneario turístico del Caribe colombiano donde se firmará el acuerdo, 2.700 efectivos de las Fuerzas Armadas mantienen un dispositivo de seguridad con el apoyo de 29 aviones y helicópteros que sobrevolarán la zona, además de 13 barcos que patrullan en el mar, según informó el ministerio de Defensa.

También fueron ubicados francotiradores en los alrededores de la plaza de armas del Centro de Convenciones donde se rubricará el acuerdo, un sitio en el que ondean banderas de Colombia y de los países que estarán representados en el evento. Unos 2.500 invitados asistirán a la ceremonia, incluidos el secretario de Estado norteamericano, John Kerry; el presidente de Cuba, Raúl Castro; el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon; el mandatario argentino Mauricio Macri, y víctimas del conflicto.

El acuerdo de paz generó división en Colombia, de casi 49 millones de habitantes, ya que muchos se oponen a que los líderes de las FARC, acusados de asesinatos, masacres, secuestros y abusos sexuales, entre otros delitos, tengan la posibilidad de ocupar cargos políticos. Sin embargo, el pacto establece que los jefes guerrilleros deberán confesar todos sus crímenes ante un tribunal especial y tener una pena privativa de la libertad de hasta ocho años, antes de poder desempeñar funciones políticas. El acuerdo aún debe ser ratificado en un plebiscito el 2 de octubre, pero las encuestas anticipan que será aprobado. Aunque la mayoría de los colombianos se declara preocupada por la reinserción en la sociedad de 7.000 combatientes de las FARC y al menos un número igual de colaboradores, son optimistas respecto a que la paz permitirá mejorar la seguridad en apartadas zonas rurales abandonadas por el conflicto e impulsar el desarrollo de la cuarta economía de América latina.

El convenio, plasmado en un texto de 297 páginas, incluye complejos temas como el acceso a la tierra para los campesinos pobres, la lucha contra el narcotráfico, justicia, víctimas y erradicación de minas antipersonales. Pero la firma del acuerdo con las FARC no garantiza el fin de la violencia. Las conversaciones de paz con el Ejército de Liberación Nacional (ELN) están estancadas, mientras el Gobierno combate a las bandas formadas por antiguos paramilitares de ultraderecha implicadas en el narcotráfico, considerado el principal combustible del conflicto.
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