Al final del funeral, al que asistieron el presidente de la República, Sergio Mattarella, y el primer ministro, Matteo Renzi, el alcalde de Amatrice, Sergio Pirozzi, rompió la frialdad sembrada por el obispo recordando a algunos de los fallecidos ?"he escuchado los nombres de los fallecidos, pero para mí eran el carnicero, el que hacía la miel, la niña que iba al colegio con mis hijos"? y pidió que, en su memoria, reaccionen para reconstruir Amatrice: "Ya no nos quedan lágrimas para llorar".
A pesar de las dificultades, autoridades y vecinos se han conjurado para que Amatrice sea reconstruido en el mismo lugar. "Abandonar estos lugares sería matarlos por segunda vez", dijo el obispo. Ahí sí recogió el sentir de los familiares de las víctimas.
Hasta el momento el número de fallecidos es de 293, mientras que se contabilizan cerca de 400 heridos.