Internacionales En un libro

Cardenales conservadores rechazan eventual apertura de Francisco a los divorciados

Cinco purpurados publicarán un libro días antes del sínodo extraordinario sobre la familia. Reiteran su rechazo total a la apertura en la cuestión de los divorciados vueltos a casar, que había sugerido un cardenal cercano al Papa.
Cuando faltan dos semanas para el inicio del sínodo extraordinario sobre los desafíos de la familia, cinco cardenales del ala conservadora de la Iglesia Católica acaban de escribir un libro en el que reiteran su rechazo total a cualquier apertura en la cuestión de los divorciados vueltos a casar, tal como había sugerido el cardenal Walter Kasper, progresista y cercano al Papa.
En una clara señal de la resistencia que despierta en cierto sector de la Iglesia Jorge Bergoglio -un papa que no se cansa de reclamar una institución que no condene, sino que acompañe a los fieles-, el libro Permanecer en la verdad de Cristo-Matrimonio y comunión en la Iglesia Católica saldrá a la venta en Italia y Estados Unidos el 1° de octubre.
Cuatro días más tarde, una misa en la basílica de San Pedro abrirá el sínodo convocado por Francisco para discutir temas que atañen a la familia, institución que está en crisis y que en las últimas décadas se transformó radicalmente en el mundo, según sondeos encargados por el Papa.
El libro se centra en la cuestión de los divorciados que se han vuelto a casar, a quienes la Iglesia les niega el sacramento de la comunión y ataca la posición más aperturista y bajo el lema de la misericordia del cardenal Kasper.
En febrero pasado, Kasper había sido designado por el Papa para abrir una reunión de purpurados en vista del sínodo. Su disertación había creado revuelo entre los conservadores al proponer una solución para los divorciados vueltos a casar, que se sienten excluidos al no poder comulgar.
Sin poner en duda la indisolubilidad del matrimonio, Kasper llamó a reflexionar sobre la posibilidad de volver a analizar las nulidades matrimoniales y sobre la readmisión en la eucaristía de los divorciados vueltos a casar por civil luego de un período "penitencial".
Los autores del libro son cinco cardenales: los alemanes Gerhard Müller, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, es decir, guardián de la ortodoxia católica; Walter Brandmuller, presidente emérito del Pontificio Comité de Ciencias Históricas; el norteamericano Raymond Leo Burke, prefecto de la Signatura Apostólica, y los italianos Carlo Cafarra, arzobispo emérito de Bolonia y teólogo cercano a san Juan Pablo II, y Velasio De Paolis, presidente emérito de la Prefectura de Asuntos Económicos.
"Los autores están unidos en sostener que el Nuevo Testamento nos muestra que Cristo prohíbe sin ambigüedades el divorcio y sucesivas nuevas nupcias sobre la base del plan original de Dios sobre el matrimonio dispuesto en el Génesis", indica la introducción, adelantada ayer por el Corriere della Sera.
"La solución «misericordiosa» al divorcio apoyada por Kasper no es conocida en la Iglesia antigua y, de hecho, ninguno de los prestigiosos autores la defiende", sentencia.
En febrero, cuando Kasper les puso los pelos de punta a los cardenales conservadores con su propuesta, el Papa lo respaldó: definió su ponencia como un ejemplo de "teología de rodillas".
La salida del libro de los "cinco cardenales enemigos" no sorprendió tanto por su contenido, sino por la operación que cobija. "La elección de salir con un non possumus ("no podemos") -sorprendente por las firmas, los tiempos en que las enuncian y la coordinación que las inspira- indica mejor que otras cosas el grado de afectuosa hostilidad que rodea a Santa Marta", opinó el historiador católico Alberto Melloni en el Corriere della Sera.
"Una hostilidad que el Papa demostró que recibe con jesuítica indiferencia", agregó Melloni, al destacar que Francisco nombró padres sinodales a varios prelados del ala conservadora que se prepara a darle batalla, al menos en la cuestión de los divorciados vueltos a casar.
Ayer, durante la catequesis de la audiencia general, el Papa pareció hablarles a los cardenales "disidentes" cuando llamó a "no ser indiferentes a la suerte de muchos de nuestros hermanos, sino abiertos y solidarios hacia ellos" y a "rechazar siempre las posiciones parciales, unilaterales, que nos encierran en nosotros mismos". (La Nación)
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