El barco de Greenpeace "Arctic Sunrise", fue detenido a fines de septiembre por los guardacostas en el mar de Barents (Ártico ruso), luego de que miembros de la tripulación hubieran abordado una plataforma petrolífera. Trataban de desplegar una banderola que denunciaba los riesgos ecológicos relacionados con la extracción del petróleo.
Los 30 miembros de la tripulación del barco con bandera holandesa, entre ellos 26 extranjeros (de los cuales hay dos argentinos y una brasileña), están en detención por dos meses en Murmansk, en el noroeste de Rusia. Fueron inculpados de "piratería en grupo organizado", por lo que pueden ser condenados a 15 años de prisión.
La Haya ya había iniciado a comienzos de octubre un procedimiento judicial, llamado de arbitraje, en el marco del que cada parte puede nombrar "árbitros" encargados de encontrar una salida al diferendo.
Holanda decidió acudir el lunes al tribunal pues "la liberación de la tripulación y el barco son urgentes", agregó el ministerio, subrayando que el procedimiento de arbitraje sigue su curso pero toma tiempo.
"Una audiencia, donde Holanda y Rusia podrán defender sus puntos de vista, debería tener lugar en dos o tres semanas", precisó el ministerio, agregando que una decisión del tribunal sobre esas "medidas provisionales" debería ser conocida "de aquí a un mes".
Varios países manifestaron su inquietud sobre la suerte de los miembros de la tripulación, como lo hizo por ejemplo el miércoles la canciller alemana Angela Merkel, pero solo Holanda tomó medidas concretas con miras a obtener su liberación.
El jueves, once ganadores del premio Nobel de la Paz, entre ellos el arzobispo sudafricano Desmond Tutu, escribieron a Vladimir Putin, para defender a los 30 miembros de la tripulación. Rusia ha hecho del desarrollo del Ártico, inmensa zona rica en hidrocarburos inexplotados, una prioridad estratégica. Greenpeace, por su lado, denuncia riesgos para un ecosistema muy frágil.