Loretta Lynch se convirtió a principios de este año en la primera fiscal general afroamericana de Estados Unidos (EEUU) con la promesa de utilizar la Justicia como "brújula" para luchar contra el cibercrimen, restaurar la confianza entre las fuerzas del orden y las minorías y proteger a su país del terrorismo.
Con una larga trayectoria como fiscal federal en Brooklyn, Lynch, de 55 años, es la encargada de acompañar a Obama desde el Departamento de Justicia en sus dos últimos años de mandato.
Y vaya si serán tiempos movidos. Además de investigar la supuesta corrupción en la FIFA, Lynch trabaja con el deber de continuar el diálogo entre las fuerzas del orden y minorías raciales que había comenzado su antecesor con la instauración de seis programas de reconciliación en seis ciudades del EEUU y el compromiso de renovar las instituciones de Baltimore, donde un policía blanco mató el pasado agosto al joven negro Michael Brown.
El día de su nombramiento pareció anticiparse a lo que vendría con su discurso de investidura: "Voy a levantarme cada mañana con la idea de proteger al pueblo estadounidense como primer pensamiento (...) En el corazón de todo eso, para mí y para todos ustedes (...) se encuentra el deseo de hacer de este mundo un lugar mejor", subrayó.
