Basada sobre un grupo de 5300 adultos, la investigación analizó el efecto de las gaseosas sobre los participantes y concluyó que su consumo no sólo engorda sino que también envejece. El exceso de azúcar propio de estas bebidas provoca que las células reduzcan su tiempo de vida, es decir, que se deterioren de manera prematura. ¿Las consecuencias? Además del impacto grave sobre la salud, disminuye la producción natural de colágeno por lo que la piel pierde tonicidad, se arruga con facilidad y luce un tono apagado.
Entre otros datos revelados por el estudio, una de cada cinco adultos toma un mínimo de medio litro de refrescos diarios. Esta costumbre prolongada durante varios años termina equivaliendo a casi cinco años extra de vejez.