Sociedad Su historia se viralizó en Twitter

Murió la mujer que conmovió por su lucha contra el cáncer

Su historia de lucha contra el cáncer de ovarios que le diagnosticaron hace ocho meses fue conocida por todos a partir de un tuit que se viralizó en las redes sociales: "Con una sonrisa y el puño apretado, pero es el final".
María Vázquez, una arquitecta y madre de un nene de tres años que decidió contar su lucha contra el cáncer a través de su cuenta de Twitter, falleció esta mañana en un sanatorio de la Capital Federal, informó su familia.
Semanas atrás, su historia de lucha contra el cáncer de ovarios que le diagnosticaron hace ocho meses fue conocida por todos a partir de un tuit que se viralizó en las redes sociales: "Con una sonrisa y el puño apretado, pero es el final".
Agradecida por el afecto que le hacían llegar miles de seguidores a través de su cuenta, María relató en los últimos meses la evolución de la enfermedad, siempre desde un costado irónico y remarcando que no había nada de lo que los enfermos debieran sentir vergüenza.
Mamá de un nene de tres años, hacía siete meses le habían diagnosticado un cáncer de ovarios con metástasis. Desde entonces, decidió contar todo por Twitter: los dolores del cuerpo y los otros, siempre echando mano al humor y a la ironía. Hacía algunas semanas su cuadro había empeorado: “Las cosas tomaron un rumbo hacia lo peor y no hay mucho más qué hacer salvo esperar. Cuestión de días”, había escrito.
“La salud es muy put… y por lo menos me regaló 7 meses de momentos hermosos”, expresó en aquel momento.
“En el sanatorio no tenía wifi, prendí el 3g un par de veces para mandar mails a mis amigas y nada más. Cuando volví a casa ya habían pasado cinco días de la operación y le di varias vueltas al asunto de contar o no contar. Me decidí por contar. Tener cáncer es como tener gripe: nada vergonzoso, sólo mil veces peor. No contar es ponerse del lado de los que titulan ‘una larga y penosa enfermedad’. Sentir vergüenza, ¿de qué? Salvo que creas en ‘las piruetas culpabilizadoras que achacan a los enfermos responsabilidad por su enfermedad’ (eso dijo Susan Sontag, ojalá fuera mía la frase)”. Así explicó la decisión de hacer pública su vida a partir del cáncer.
Sus tuits hablaban de vómitos, náuseas, morfina. Pero también de su hijo (“una especie de tuitstar sin tuiter”) y de su marido, aunque siente que no cuenta bien “el trato a cuerpo de reina” que le dispensa (“No sé si alguna vez en mi vida presencié acto de amor semejante”), de lo bien que la atienden en el Sanatorio de la Providencia, de los días en que se siente mejor y sale a caminar 15 cuadras, en los que cocina o pasa un buen rato con su “pibe”. Y le dedicaba espacio a los cambios de looks forzados por la enfermedad: “Porque, pese a que se me cayeron las pestañas, qué cosa horrorosa, a que no tengo más culo, a que perdí 12 kilos y tengo menos tonicidad muscular que Jabba The Hut, yo me quiero sentir (y me siento) linda, así rapada y esquelética. La vanidad no se la lleva el cáncer. O yo no soy tan noble”.
Reconocía que hay dolores de los que no tiene escapatoria, pero dice que para los otros tiene el humor. De esos habla en Twitter y “su público” le responde con afecto y a veces chistes más negros que los suyos. Algunos le piden que tenga fe o le sugieren que pruebe nuevas “alternativas terapeúticas”. Atea, agradecía las plegarias, pero afirmaba que no cree “en el alma ni en la eternidad”. Tampoco en la efectividad de los gorgojos, ni la biodescodificación, los poderes curativos del limón, etc, etc.
El comentario no será publicado ya que no encuadra dentro de las normas de participación de publicación preestablecidas.

NOTICIAS DESTACADAS