Sociedad El debate sobre el sacerdocio

Tras la renuncia del cura enamorado en Paraná, se renueva el debate sobre el celibato

El cura Gustavo Mendoza anunció a en la misa que dejaba el sacerdocio porque se enamoró de una mujer. En medio, se instaló el debate respecto del celibato. El Código de Derecho Canónico dice que los clérigos “están obligados” a respetarlo.
El Código de Derecho Canónico, el andamiaje legal que regula la vida de la Iglesia Católica, establece en el canon 247 la obligación de los sacerdotes de observar el cumplimiento del celibato
El domingo, el sacerdote Gustavo Mendoza, párroco de Nuestra Señora de Guadalupe, de barrio La Floresta de Paraná, anunció, al concluir la misa, que deja el ministerio; que renuncia por el amor de una mujer, que aunque su vocación sigue estando vigente – explicó–, no podía cumplir un voto que hizo al ordenarse: la castidad.
La decisión abrió un debate, con opiniones a favor, y planteos en contra. El sacerdote se convirtió rápidamente en personaje público, y el martes, cuando el tema apareció en la tapa de El Diario, fue requerido por medios de comunicación de todo el país. Pero mantuvo reserva. “Ya expliqué todo a quienes tenía que explicárselos: a mi comunidad y al obispo”, dijo.
Oficialmente, la Curia nada dijo de la renuncia. Solamente se limitó a informar el nombre del reemplazante: el nuevo párroco de Nuestra Señora de Guadalupe será Ricardo López, que cumplía funciones en la parroquia de Santa Elena.

Alejarse
La renuncia del cura Mendoza abonó una discusión que siempre aparece cuando se habla de la renuncia de un hombre de la Iglesia.
Más aún cuando el propio papa Francisco ha mencionado el tema. “El problema (del celibato) está presente en mi agenda”, dijo Jorge Bergoglio en el marco de un encuentro a puertas cerradas con el clero romano en ocasión del inicio de la Cuaresma. En la reunión, que tuvo lugar en el aula Pablo VI, Francisco reveló que el pasado 10 de febrero celebró misa en la capilla de Santa Marta en Roma y allí trató el tema. Es que la celebración contó con la presencia de siete sacerdotes que celebraron su 50° aniversario de sacerdocio, junto a cinco sacerdotes que dejaron el ministerio porque se casaron.
Luis Bianchi es viceintendente de Hasenkamp, pero antes fue sacerdote. Se ordenó en 1994 y renunció en 2002: se casó, tuvo hijos. No habla de celibato, sino de amor. “Me parece que en la vida, el impulso que te lleva a estar en un lugar u otro es el amor. A veces ese amor se termina, y eso te provoca sufrimiento. Y en ese caso, tenés que tomar una decisión. No hay peor cosa que quedarte en un lugar y aparentar. Si no estás enamorado de Jesús, no podés seguir. La vida se define por amores. Sin amor es difícil sostener el celibato, la familia, la pareja”, reflexionó Bianchi. Y admitió: “Es difícil entender este tema. Yo entiendo la cuestión del celibato entendido desde el amor. Si no hay amor, en este caso de la persona espiritual de Jesús, enamorado exclusivamente de Jesús, es imposible sostenerlo. O lo sostenés aparentando o no casándote con una mujer, pero casándote con una posición social, con un vehículo, con ciertas comodidades, que a veces te da la vida en soledad. La vida en soledad tiene sus ventajas. Pero lo peor es esconder. No sirve para nada, porque en definitiva termina saliendo por algún lado”. Y no juzga que el celibato “sea algo antinatural”.

Claroscuros
Carlos Gimeno se ordenó sacerdote en 1984. Fue cura en La Paz, Seguí, San Benito, Villa Urquiza, Ramírez y Hasenkamp. El 29 de agosto de 2009 decidió dejar el sacerdocio. Ahora vive en María Grande. En 2013, publicó un libro, Yo fui sacerdote. El otro lado de la Iglesia Católica de Paraná, en el que cuenta su experiencia como cura.
“Le debo mucho a la Iglesia en cuanto pueblo de Dios. Prácticamente, le dediqué mi adolescencia, mi juventud y parte de mi adultez. Con todo, decidí separarme de la jerarquía eclesiástica, porque si hubiera seguido siendo parte de la misma, hubiera sido más hipócrita de lo que ya fui”, contó.
Antes de irse, anunció su decisión en una carta que envió a los fieles, desde España, que después se viralizó. Entonces dijo: “Estoy convencido de que más de uno en nuestro presbiterio se sentirá identificado con algún aspecto de mi historia. Asimismo, estoy seguro de lo que afirmo, y diré algo que me puede mostrar como arrogante: conozco el corazón de cada uno de ustedes, desde los más jóvenes a los más antiguos. Algunos llevan una vida doble, otros caen frecuentemente en determinados vicios, la mayoría aplica compensaciones ocultas que auto-justifican, otros son adictos a algo… todos mantienen mañas y manías de las más variadas”.
No todos, claro, tienen una posición tan extremista sobre el tema.

El sacerdote Luis Alfredo Anaya, decano de la delegación local de la Universidad Católica Argentina (UCA), doctor en Moral, miembro del Comité Central de Bioética del Ministerio de Salud de Entre Ríos, opinó sobre el caso del cura Mendoza cuando lo consultó Elonce TV.
Aceptó que un sacerdote puede enamorarse. Pero aclaró que “debe hacer prevalecer el amor que le tengo a Cristo. Estoy muy convencido que es fundamental estar enamorados de Jesucristo para que nuestro ministerio, que es arduo, que es duro, sea realmente un ministerio que me produzca una enorme satisfacción”. Y sostuvo que el celibato sacerdotal “nunca ha sido un dogma, sino una norma de la Iglesia Católica de rito latino” y que “esta norma es un gran don de Dios a la Iglesia, que el Papa estima en alto grado”.

El párroco de Nuestra Señora de Pompeya, Fabián Castro, escribió ayer en su blog que nada tiene que ver con la decisión de su colega Mendoza, pero que está centrado casi por completo en el tema de la renuncia al sacerdocio. “Yo también me enamoré alguna vez de una mujer. Pero cuando llegó el momento de elegir entre ella y Jesús (que es a quien le había consagrado mi vida) no dudé”, se diferenció.
“El tiempo, y sobre todo la distancia, fueron sanando esa parte afectiva de mi corazón. Es que yo no abracé el sacerdocio porque no me gustaran las mujeres o porque no quería formar una familia y tener hijos. Todo eso lo deseaba, pero lo renuncié por un amor más grande al que quería darle mi vida”, apuntó el cura.
Después, en un tono oscuro, agregó: “Este escrito habla de mí. Les quiero contar algo que ni un periodista resentido con la Iglesia ni otro aliado al poder de turno que le tira los morlacos, les contarán”, provocó enigmático.
Más adelante, resumió su sacerdocio de un modo curioso en el sitio www.padrefabian.com.ar. Allí dice que eligió el sacerdocio no porque “no crea en el amor o la vida clerical me sea fácil y cómoda. Simplemente elijo seguir siendo sacerdote porque me sé elegido por Dios para una tarea en su Iglesia. A esa elección yo, como muchos otros sacerdotes que no salen ni en diarios o televisiones, le quiero ser fiel”.
Un hombre muy ligado a la Iglesia, Samuel Madrid Paez, escribió en el muro de la parroquia Nuestra Señora de Guadalupe, de la cual Gustavo Mendoza es todavía párroco, de su “congoja por el repentino retiro del padre Gustavo. Sabemos lo que ha sido para nosotros su desinteresada tarea y los fuertes lazos que se crearon con toda la comunidad. Porque lo queremos, somos capaces de entender y aceptar su decisión”.

Textual
El canon 277 del Código de Derecho Canónico dice esto respecto del celibato: “Los clérigos están obligados a observar una continencia perfecta y perpetua por el Reino de los cielos y, por tanto, quedan sujetos a guardar el celibato, que es un don peculiar de Dios, mediante el cual los ministros sagrados pueden unirse más fácilmente a Cristo con un corazón entero y dedicarse con mayor libertad al servicio de Dios y de los hombres”.
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