Sociedad Redobla su apuesta por la reforma

Tras el rechazo a su gesto hacia los divorciados, el Papa llamó a no discriminar

Ante la inminente publicación de un libro en el que cardenales conservadores critican cualquier posible apertura en la cuestión de los divorciados vueltos a casar, Francisco reafirmó su línea de acción de cara al sínodo sobre la familia.
El Papa llamó a estar cerca de la gente, sin tratar de cambiar a las personas, a ser humildes, pacientes, alegres, a no discriminar ni a rodearse de "cortes". Les pidió que dialogaran con las realidades en las que están inmersos, "sin necesidad de defender sus fronteras, porque la identidad de la Iglesia es definida por el amor de Cristo, que no conoce frontera".
"Aún custodiando celosamente la pasión por la verdad, no derrochen sus energías para contraponerse y enfrentarse, sino para construir y amar", les pidió Francisco a decenas de flamantes obispos en la bellísima sala Clementina del Palacio Apostólico. Y en un párrafo que pareció dirigido directamente a los cardenales disidentes, afirmó: "Acojan a todos, sin discriminación".
Francisco volvió a delinear, con palabras claras, cuáles deben ser las características centrales de los obispos, pastores que deben caminar delante, en medio y detrás de su rebaño.
"Por favor, no sean obispos con fecha de vencimiento, que necesitan siempre cambiar de dirección, como medicinas que pierden la capacidad de curar, o como esos alimentos insípidos que hay que tirar porque ya son inútiles", dijo el Papa, que les recordó a los purpurados nombrados este año que es fundamental la presencia concreta del obispo entre su rebaño.
También les pidió no ser obispos "apagados o pesimistas, apoyados sólo en sí mismos y, por lo tanto, rendidos a la oscuridad del mundo o resignados a la aparente derrota del bien".
"Su vocación no es ser guardianes de una masa fracasada, sino custodios de la alegría del Evangelio y, por lo tanto, no pueden no tener la única riqueza que verdaderamente tenemos para donar y que el mundo no puede dar a sí mismo: la alegría del amor de Dios", afirmó, con palabras fuertes.
Además les solicitó no dejarse ilusionar por la tentación de cambiar al pueblo.
"Amen al pueblo que Dios les dio, también cuando ellos habrán cometido grandes pecados, sin cansarse de subir al Padre para obtener el perdón y un nuevo comienzo, también al precio de ver eliminadas tantas falsas imágenes vuestras del rostro divino o fantasías que han alimentado acerca del modo de despertar su comunión con Dios", exhortó.
Francisco también les demandó a los obispos que estén cerca de sus sacerdotes, porque "hay muchos que ya no buscan donde vive Cristo, que viven en otras latitudes existenciales, algunos en los bajofondos", según denunció.
"Les ruego cultivar en ustedes, padres y pastores, un tiempo interior en el cual encontrar espacio para sus sacerdotes: recibirlos, acogerlos, escucharlos, guiarlos. Quisiera que fueran obispos alcanzables no por la cantidad de medios de comunicación de los que disponen, sino por el espacio interior que ofrecen para acoger a las personas por sus necesidades concretas", dijo el Pontífice.
"Acojan a todos, sin discriminación, ofreciendo la firmeza de la autoridad que hace crecer y la dulzura de la paternidad que genera. Y no caigan en la tentación de sacrificar vuestra libertad rodeándose de cortes, facciones o coros de consenso, ya que en los labios del obispo la Iglesia y el mundo tienen el derecho de encontrar siempre el Evangelio que nos hace libres."
El jefe de la Iglesia Católica recomendó, finalmente, estar especialmente cerca de los jóvenes y de los ancianos, "los primeros porque son nuestras alas, y los segundos porque son nuestras raíces".
Por la mañana, en su misa matutina en la capilla de Santa Marta, el Papa dijo: "Se encuentra a Jesús en los pecados. No, no es una herejía", en una frase que también pareció dirigida a los cinco cardenales disidentes que escribieron un libro justo en vísperas del sínodo extraordinario en el que reiteran su rechazo total a cualquier apertura hacia los divorciados vueltos a casar y que se encuentran excluidos del sacramento de la eucaristía.
Al respecto, el cardenal Walter Kasper, teólogo alemán de gran prestigio y cercano al Papa, rompió ayer el silencio. Entrevistado por diversos medios italianos, no ocultó su asombro ante el libro que ataca sus tesis aperturistas en torno a la cuestión de los divorciados vueltos a casar.
"Les mandaron el texto del libro a los periodistas, a mí no. En toda mi vida académica, nunca me pasó algo parecido", dijo, al destacar que es evidente que "el blanco de las polémicas no soy yo, sino el papa Francisco". (La nación)
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