Sociedad Esperan conocer resultados de ADN

Una pareja, cerca de saber la verdad del destino de su hija que nació en 1973

Liliana Cabrera y su esposo, Carlos (que prefiere preservar su apellido), buscan a su hija Lorena, robada a las pocas horas de nacer el 10 de junio de 1973. Podría encontrar en los próximos días, su desenlace, feliz o no, pero un cierre.
El principal responsable –según ellos mismos señalaron– es el fallecido médico Jorge Cantaberta, que en ese entonces se desempeñaba en la Maternidad del Hospital San Roque de Paraná.
Cuando las esperanzas empezaban a esfumarse, la pareja recibió una inesperada visita el 25 de marzo de 2014: “Ella se presentó en casa, después de haber ido a la Justicia de manera espontánea. El secretario del Juzgado llamó por teléfono, para avisarnos que ella se dirigía a casa, porque no la podía parar. Ella hizo la denuncia, llevó sus pruebas, el fiscal le tomó declaración, pero no dio tiempo a avisarnos. En menos de 10 minutos estaba en casa”, relató Liliana. Esa “ella” a la que hace referencia es la mujer en la que podría haberse convertido su pequeña Lorena.
“El llamado del secretario lo recibo yo a las 10 de la mañana, entonces ya estaba avisado de que una mujer se había presentado a hacer una denuncia, diciendo que podría ser nuestra hija. En ese instante, tocan el timbre, y Liliana abre la puerta: era una persona que se presenta diciendo ‘yo soy Lorena’. La conmoción fue tremenda, porque a Liliana no se le cruzó por la cabeza que las cosas se pudieran dar de esa manera, fue casi de película. La hace pasar al living, y como yo ya estaba sabiendo someramente de qué se trataba, entro y le digo, ‘bueno, antes de que nosotros tratemos el asunto, hay que hacer un ADN, porque no podemos establecer ningún vínculo sin certezas’. Y ahí se produjo una situación muy traumática para nosotros, que por todos los medios quisimos tener una relación para saber más de ella, porque vimos ciertos rasgos familiares”, contó Carlos.
Ese día fue un cimbronazo para los padres que fueron repentinamente despojados de su pequeña cuando eran adolescentes. Así, de golpe, el pasado golpeaba la puerta de su casa. Al día siguiente de conocer a quien podría ser su hija, Liliana y Carlos se presentaron en el Juzgado Federal Nº 1 y dieron su autorización para la realización de un análisis de ADN.
Encuentro o reencuentro
“Nosotros, si bien no habíamos cerrado del todo la cuestión, habíamos tomado decisiones al respecto. Y ese día, el 25 de marzo, se vuelve a aparecer todo de golpe. Yo estaba en estado de shock, no podía reaccionar. Después de charlar con ella, la llevamos hasta su casa y conocimos a dos de sus hijos. Fue una situación traumática porque empezamos a ver parecidos físicos y, al ver su partida de nacimiento, encontramos un montón de irregularidades. Pero ella, por su parte, nunca preguntó cómo fue el parto, cómo fue el embarazo, y todas esas cosas que nosotros suponíamos que una persona en su situación querría saber acerca de sus orígenes. Tampoco nos contaba mucho”, recuerda Liliana sobre el encuentro.
Según pudieron saber, el padre adoptivo de la mujer había fallecido hacía tres años. Poco antes de morir, le reveló a su hija que era adoptada. Después de un tiempo prudencial ella decidió presentarse en el Juzgado para denunciar su adopción irregular.
El padre adoptivo era un comerciante que tenía conexiones con algunas de las personas que Carlos y Liliana señalaron como cómplices o –al menos, encubridores– del robo y sustitución de identidad de su hija recién nacida. “No es descabellado pensar que nuestras historias estén conectadas en este armado. El juez que entiende en la causa, muy inteligentemente encontró coincidencias fuertes con nuestra historia. Ella fue inscripta mucho tiempo después de que nació. Y es raro, porque en el Hospital San Roque no se podía sacar un bebé si no estaba inscripto, y a ella la inscribieron cuando ya tenía más de un mes de vida”, destacó Carlos.
Otro dato fundamental es que el padre adoptivo de la mujer, poco antes de morir, le dijo que una de las condiciones bajo las cuales le entregaron a la beba, era que conserve el nombre que le habían dado los padres biológicos –Lorena– y, justamente, ese es su segundo nombre. Otra coincidencia que supera la frontera de las casualidades, es que en ambas partidas figura el nombre del doctor Jorge Cantaberta como médico interviniente en el parto y de la entonces Jefa de Registro del Hospital San Roque, N. S., que actualmente tiene 94 años y padece Alzheimer.
Según Liliana, los casos se encontraron uno con otro, porque hay elementos contundentes que las conectan: “Ella estaba buscando sus orígenes, debido a lo que el papá adoptivo le contó antes de morir. Ella leyó la nota periodística y se vio identificada con la historia, porque vio muchos puntos de coincidencia”.
Pero el encuentro no fue simple: ella quería conocer a su mamá, no a su papá; y ahí comenzó un rechazo hacia la figura paterna que es lo que Carlos representa. “A ella le costaba, porque se quería entrevistar a solas conmigo, pero en el estado de shock que yo atravesaba, no podía. Entonces se complicó el tema de fortalecer los vínculos. Hasta que yo le expliqué que los tres hijos que después tuve, los tuve con él. Los primeros días fueron llamadas continuas al Juzgado, hasta que bajamos los decibeles. De todas maneras nos comunicábamos vía Facebook. Cuando yo empecé a hacerle preguntas sobre algunas cosas puntuales que me llamaban la atención, ella siempre tenía algo que hacer, y no me respondía”.
Momentos de incertidumbre
“Resulte lo que resulte del análisis, vamos a tratar que esta mujer no sufra más de lo que ya ha sufrido en su vida. Si nosotros no damos a conocer su identidad, es porque queremos protegerla y también a sus hijos. La historia de vida que ella narró en el Juzgado es terrible, fue segregada dentro del grupo familiar que la adoptó. La madre de ella nunca quiso abordar el tema y le recriminaba que quisiera averiguar”, dijo Carlos. De todas formas, señaló, alberga esperanzas, ya que la mujer que dice ser su hija “tiene rasgos de la familia de mi mamá. Cuando les mostramos la foto a nuestros familiares, ellos mismos le vieron el parecido, ‘si no es tu hija, es alguna sobrina, alguna prima’ me decían. Pero los genes a veces te juegan esa pasada, y las ganas de encontrarla a Lorena también. Por eso queremos ir con cautela y decidimos dejar de ir a su casa. Porque no queremos arruinarle la vida, ella tiene una familia, y tiene que decidir qué rol venimos a jugar nosotros ahora en su vida”. La pareja decidió que si el resultado da negativo, “vamos a hacer una suerte de responso religioso, no sé como denominarlo, darle un final, una sepultura a esta situación y terminar nuestra vida aceptando el dolor de eso que fue, eso que nos hicieron. Esté donde esté Lorenita, que ahora es una señora, ya no es un bebé. Y esto es tremendo, nosotros estábamos buscando esa bebita, que ya no lo es”, determinó el papá.
En manos de la ciencia
Días atrás, la pareja recibió una notificación del Juzgado Federal Nº 1 de Paraná para hacerse una extracción de sangre, con el objetivo de realizar una prueba de ADN. La toma de las muestras se realizará en breve, pero tanto Carlos como Liliana prefirieron preservar la fecha exacta en que la extracción tendrá lugar. “El problema es que el caso de Lorenita está en el Juzgado Federal Nº 1 del doctor Chaulet, que se dedica más que nada a cuestiones relacionadas con armas y drogas, y no tienen presupuesto para análisis de ADN. Entonces surgió toda una cuestión burocrática, hubo que pedir autorización y presupuesto a Buenos Aires para que vengan especialistas custodiados por Gendarmería para extraernos sangre y la lleven para hacer allá el análisis. Por eso la cuestión se extendió varios meses. Y hace pocos días nos notificaron que próximamente se va a realizar la extracción. A partir de ahí, habrá que esperar entre 30 y 35 días para conocer los resultados”, contó Liliana.
Por su parte, Carlos destacó la labor judicial: “Valoramos y agradecemos la predisposición que ellos pusieron en nuestro caso, porque para ellos era un caso que no tiene nada que ver con lo que ellos trabajan habitualmente, y lo siguieron por el lado humano. Nos contuvieron y permanentemente estuvieron en contacto con nosotros, sus investigaciones chocaron con las mismas trabas que chocamos nosotros”.
Ahora que todo está en manos de la ciencia, las preguntas que rondan sus mentes son: ¿qué pasa si el ADN da negativo? ¿Qué figura pasarán a ocupar en la vida de esta mujer?
“La cuestión es que 30 días después de la extracción de sangre, de dar negativo el resultado, se va a cerrar la búsqueda de Lorena. Pero si resulta que es nuestra hija, puede comenzar una nueva, con mucho trabajo por delante, pero más feliz. Va a ser difícil, porque ella ya es una persona grande, ya no es la Lorenita que a mí me robaron; tiene una vida hecha, una familia formada. Pero no es imposible, todo depende de lo que ella quiera hacer”, añadió Liliana.
Uno.
El comentario no será publicado ya que no encuadra dentro de las normas de participación de publicación preestablecidas.

NOTICIAS DESTACADAS