Espectáculos Alejada de la televisión

Andrea Politti, sobre el regreso de Cuestión de peso: "No lo voy a ver"

"Cuando me reemplazan, no veo los programas". Fue la conductora emblemática del reality de salud que regresa a las pantallas, pero está alejada de la TV. En una entrevista, habló de su oficio, de su presente profesional y personal.
Instalada en el teatro y algo lejos de la televisión, Andrea Politti mantiene una mirada crítica sobre el medio donde se movió durante diez años. Habla sabiamente sobre lo que vivió y calla oportunamente sobre lo que vio. A esta entrevista llega con su hijo de 16 años, Galo, un adolescente altísimo que la mira con amor. Pide un café y, cuando termina la nota, se encuentra con sus compañeras de la obra Falladas, Laura Novoa y Patricia Palmer. El grupito es puro cuchicheo y sonrisas.

-¿Estás contenta de volver a trabajar como actriz?
-Pasé muchos años como conductora y es lindo, no digo que no, pero actuar es catártico para mí, es mi vocación. Actuar es una necesidad profunda y conducir es un juego, con algo más lúdico. Y sobre todo los programas que hice donde mi mirada era más sensible, más de actriz.

-Pero evidentemente lo hiciste bien porque fueron muchos años.
-¡Diez años sin parar!

-¿A quién se le ocurrió que podías conducir?
-Yo estaba haciendo la obra Acaloradas y Cristina Wargon, una de las autoras, tenía una conexión con Andrea Stivel que estaba preparando un programa y me recomendó. Entonces hice mi primera experiencia. Se llamaba Una para todas. Al proyecto no le fue bien y cuando me veo, no me gusto, me ví más actriz. Pero a partir de ahí, me llamó Claudio Villarruel y me dijo "¿Vos sabes que vas a ser una gran conductora?" El fue el primero que lo supo.

-¿Te convocó para algún proyecto?
-No. Hice Resistiré cuando él era gerente de programación en Telefé. Y después de eso me llamaron para remplazar a Claribel Medina en Doce corazones, pero en Canal 13. Hablé con él y me dijo que le diera para adelante.

-¿Y cómo te fue?
-Me sentí muy cómoda con la gente, descubrí algo que no sabía que tenía. Fue muy lindo porque se me abrieron otras puertas. Pero claro, fue pasando el tiempo, y las puertas de la actuación no volvían. Hasta que por suerte me llamaron para hacer teatro.

-¿Ser conductora es ser la protagonista de un programa?
-Yo creo que si lo tomás así, te equivocás. A nivel cartel, puede ser. Pero un buen conductor tiene que dejar que los demás se luzcan. Te tenés que abrir y que todos jueguen su rol.

-¿Hay conductores que no lo hacen?
-Sí, claro.

-¿Por qué pasa eso?
-No sé. Yo siempre lo entendí así. Como actriz, estás detrás de un personaje. Y como conductora, por lo menos en los programas que yo hice, la protagonista es la gente. También me tocó tener un panel de profesionales. Y si había periodistas, ¿por qué iba a contestar yo?

-¿Cómo te fuiste adaptando a los distintos formatos de programas?
-Hay que ser flexible y saber parar.

-¿Cómo sabés cuándo hay que parar?
-Yo todo lo tomo como una obra de teatro. Si yo estoy parada en el escenario es porque tengo ganas de estar y porque le voy a dar el cien por cien a la obra. Si yo empiezo a sentir que le doy el cincuenta por ciento, me parece que estafo a la gente. Es ahí donde tengo que bajarme, nutrirme de nuevo y volver. Con el miedo de no saber qué hay después. Porque nadie tiene la vaca atada.

-No parecés una persona con mucho miedo.
-Porque me parece que si uno se respeta, los demás te respetan. Y soy positiva. También puede pasar que estás y te sacan. Quizás algo que hacés no gusta. Y eso no te tiene que lastimar.

-¿Nunca te lastimaron en la tele?
-El problema es creérsela. Pensar que sos muy importante, que nadie te puede reemplazar.

-Bueno, vos entregaste varios programas.
-Me gusta compartir y si yo siento que es una etapa terminada, me gusta que llegue alguien con más bríos. Y no me sentí lastimada porque tomo al medio como lo que es. Si tuviera otra expectativa, podría ser. En la vida hay que saber barrenar, adaptarse, estar abierto, saber donde estás parado. No hay que creer que te quieren: hay mucho psicópata en la tele. Por eso yo trabajo para el público y no puedo poner mala cara cuando me piden un autógrafo, por ejemplo.

-¿Y cómo te relacionas con tus compañeros, ahora en Falladas por ejemplo?
-Mis compañeras son generosas, están atentas, son profesionales y el ego no les nubla el cerebro. Por eso nos llevamos muy bien. Hay una alianza entre nosotras. Nos tomamos un cafecito antes de la función, si hay una reunión vamos con ganas. El otro día tuvimos una nota y como en el medio teníamos dos horas libres, nos fuimos a un bar de Libertador y la pasamos genial. Hay actores que son complicados. Me han tocado, pero no es este caso.

-¿Son amigas?
-Somos compañeras pero la unión que te da un escenario, no te la da una amistad. Te da una unión especial. Es tan sin red lo que pasa cuando salís a escena, que se da una comunión única. Hay gente a la que no veo por años y cuando la veo, sigo sintiendo exactamente lo mismo que cuando estábamos trabajando.

-¿Dónde aprendiste todas estas cosas?
-De la vida. Yo siempre intenté ser una persona feliz. No digo riendo todo el tiempo pero sí estar bien, estar en paz. Equivocarme, pero aprender. Y ser comprensiva con los demás. No me gusta juzgar a la gente.

-¿Te equivocaste mucho?
-Sí. Cuando era más joven, equivocarme era la muerte. Con el tiempo fui viendo que si me equivoco, tengo que cambiar cosas para no volver a equivocarme.

-¿Te siguen ofreciendo ser conductora?
-Sí, he recibido cosas por las que en el momento no sentí empatía. Entonces resigné. La televisión es hermosa, te da una llegada automática a la gente y la podés usar bien. Pero en el teatro tengo la gente ahí.

-¿Cómo es decir todas las noches lo mismo?
-Es maravilloso porque descansás de vos mismo. Quizás tuviste un día donde te pasaron diez mil cosas y vas a la noche y descansás de todo eso. Es muy catártico. Es muy lindo actuar.

-¿Te sentís querida por el público?
-¡Qué se yo! Yo soy como soy. Uno en la tele muestra un personaje, juega un rol.

-¿Cuál sería tu rol?
-El de conductora.

-Pero es muy parecido a vos.
-Sí, de conductora soy yo. Pero con ciertas censuras. Por ejemplo, en teatro digo todas las malas palabras que se te ocurran. Y en tele no me gusta decirlas. No sé por qué. En televisión me cae grosero y en la vida, no.
-¿Tenías limites en la tele?
-Cuando los temas bordeaban el peligro de lastimar a una persona, prefería cortar. Y la tele es descarnada. Mientras más loca esté la persona y más la puedas lastimar, mejor. Yo no podía.

-¿Y no te presionaban para hacerlo?
-No había forma de que lo haga. No me salía de otra manera.

-¿Cómo te sentiste las veces que te metieron en polémicas? Una vez dijiste que los participantes de Cuestión de peso buscaban cámara.
-Son reglas de la tele, tampoco hay que volverse loco. Eso lo dije una vez en el marco de una nota larga, larga. Venía hablando de otra cosa y bueno. Entiendo que es promoción para un programa. La tele es un negocio. No pasa lo mismo con un público que te sigue como actriz. Pero lo mediático es puro negocio.

-Vos podrías haber sido mediática.
-No me interesa. Además, creo que no sirvo. Mi mirada es muy amplia. No sabría de qué agarrarme para discutir algo. Si alguien viene y me discute, yo me pongo a pensar. Mi cabeza se va para cualquier lado. No me ofendo, ni nada. Aprendí de muy chiquita que las cosas son así.

-¿Lo aprendiste con tu papá?
-Sí. Mi viejo hacía del papá de Soledad Silveyra en Rolando Rivas, taxista y era un personaje malo. Entonces yo salía a la calle con él y veía que lo puteaban. ¡Era horrible! Pero con todo eso aprendí cómo eran las cosas.

-Y a pesar de eso quisiste ser actriz.
-Es que eso es vocacional. No podes zafar.

-Pero intentaste estudiar Psicología.
-Sí. Y al mismo tiempo estudiaba Actuación. Pero como ya había empezado a trabajar, tuve que elegir. Y elegí Teatro.

-¿Seguís con el padre de tu hijo? ¿Cómo hacen después de 20 años? ¿Cuál es la receta?
-¡No sé! Si hubiera una receta ya habría escrito un libro. Para mi hijo es algo raro. Y para mí era raro que mis viejos estuvieran separados.

-La tuya no es una pareja muy expuesta. ¿Eso es algo premeditado?
-Sí, estoy criada a la antigua en eso de proteger a la familia. Y mi marido no quiere exponerse.
La ex conductora de Cuestión de peso dice no tener ninguna intención de ver cómo se desarrolla la nueva temporada del reality de salud
La ex conductora de Cuestión de peso dice no tener ninguna intención de ver cómo se desarrolla la nueva temporada del reality de salud. Foto: Gerardo Viercovich

-Pero es músico...
-Pero tiene su vida y no quiere mezclar. No le interesa. Cuando tuvo que sacarse una foto al lado mío, se la sacó. Pero es tan desconocido mi marido que una vez que fuimos a cenar afuera y nos quisieron sacar una foto, no lo reconocieron. Entonces, yo dije en broma: "No me saques con él, que estoy recién separada y él es mi novio". Y salió eso publicado. Me llamaban mis amigos para preguntarme si me había separado.

-¿Por qué no tuvieron más hijos?
-No quedé más embarazada. No es que no lo busqué, no quedé. Y si no venía natural, ya tenía al mi bombón.

-¿Te cuidás mucho para estar en forma?
-Un poco. Soy de darme mis gustos.

-Cuando conducías Cuestión de peso, fuiste un gran referente.
-Lo hice del 2006 al 2008 y conseguimos la Ley de Obesidad que fue muy importante. Pero lo hicimos en grupo, no fui yo sola. Y fue una etapa. Cuando solté, solté.

-¿No te sentís con autoridad para opinar sobre el programa, ahora que vuelve?
-Sobre el programa, sí. Pero tendría que verlo. Y no lo voy a ver. El anterior tampoco lo ví. Cuando me reemplazan, no veo los programas. Siento que es como volver atrás.

-¿Ni por curiosidad lo querrás ver?
-No. Porque no me voy a poner a criticar algo que yo hice y que ahora está haciendo otro. Y cada conductor le pone su impronta. Siempre hay algo que podes rescatar. O algo que no te va a gustar.

-¿Doman te gusta como conductor?
-¿Te digo la verdad? No sé. A mí como conductoras, me me gustan las mujeres. Al hombre le es todo más fácil. Entonces, cuando hay una mujer, me gusta observarla. Fuente: (La Nación).-
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