Espectáculos Se confiesa en una revista

Natalia Oreiro orgullosa de su edad en sensual producción a los 38 años

Natalia Oreiro reveló que se siente una mujer madura y plena a los 38 años. Por eso, la actriz uruguaya indicó que, a esta altura de su vida, no le interesa "ser una nena". Realizó una producción "salvaje y sensual".
Natalia Oreiro se convirtió en la mejor "jineta" de su propia vida: a los 16 años cruzó desde Montevideo con un bolso cargado de sueños y saltó exitosamente las metas que se propuso: protagonizó las novelas más taquilleras, se convirtió en una artista internacional –la adoran en Rusia, España, República Checa, Polonia y Turquía, entre otros rincones del mundo–, cuando todo le estaba quedando cómodo se volcó al cine, se enamoró del hombre de su vida, Ricardo Mollo, y esperó lo que se le dio la gana para convertirse en mamá: Atahualpa ya cumplió 3 años y es la luz de sus ojos. Así, sin más reglas que las que dicta su corazón, la semana pasada celebró sus 38 años (cumplió el martes 19)y volvió a la televisión con Entre caníbales (Telefe), donde sorprende con un papel totalmente diferente: una mujer que fue abusada y busca venganza.
"Esta vuelta la estoy viviendo de manera caótica. Hoy justo mi hijo tiene su primer cumpleaños y lo va a llevar Ricardo porque no llego. Está feliz con el jardín y sus amiguitos. Pero me pasó que en medio de esta vorágine de grabaciones se enfermó varias veces, tuvo su primera fiebre… Me acuerdo de que ese día fui a trabajar y me largué a llorar mientras me maquillaban. Por suerte me acomodaron las escenas para terminar antes. En casa seguimos la homeopatía y el pediatra, que continúa esa línea y ya llamé mil veces, me dice que me quede tranquila, que está creando anticuerpos. A medida que voy creciendo me voy conociendo más, pero también me sorprendo de mí misma", asegura Natalia no bien se sienta a comer algo y enumera las acrobacias que hace entre el trabajo y su casa.

–¿En qué sentido te sorprendés?
–Soy más bien organizada, de proyectar y seguir en lo profesional rigurosamente ciertas cosas para que no choquen con mi vida personal. Pero de repente aparece algo que me "despeina" y todo lo tengo que rearmar. Para este año tenía un proyecto de teatro, iba a filmar otra película, todo con menos carga horaria. Después de Solamente vos había pensado parar la tele por cuatro años porque con un hijo tan chiquito es difícil, lo extraño, me extraña… Pero me llamó Tomás [Yankelevich]y, aunque de entrada le dije que si era algo diario se olvidara, apenas me contó la historia y me dijo que [Juan José]Campanella estaba detrás de todo, me enamoré del proyecto. Claramente, lo hablé en familia, porque hay que organizarse cuando te vas muchas horas de tu casa. Pero todo cerraba: es un enorme desafío para mí y tengo unos compañeros de elenco increíbles [sus coprotagonistas son Benjamín Vicuña y Joaquín Furriel].

–¿Cómo te organizaste?
–Arreglé con la producción determinada cantidad de horas de trabajo. Al mediodía, en el horario de almuerzo, repaso la letra en el camarín mientras como algo para estar liberada cuando llego a casa. Y los viernes termino al mediodía. Entonces me dedico a ellos, en especial al gordo, porque Ricardo viaja mucho los fines de semana por trabajo. El lo lleva al jardín, también lo pasa a buscar, sabe quién es la mamá de quién... Es un padrazo. Todos los días, cuando llego de trabajar, lo llevo al gordo a una librería cerquita de casa, que es un plan que le encanta. Ahí leemos cuentos y elegimos algún librito que durante el día, mientras no estoy, se lo vuelven a leer su papá o la señora que trabaja en casa. Siento que así seguimos conectados.

–¿A qué tipo de jardín lo mandás?
–El año pasado lo llevamos a uno divino, que era muy musical. Pero los chicos más grandes iban disfrazados y él no quería saber nada porque se asustaba. Aunque lo acompañábamos Ricardo y yo, no hubo caso. Y hasta le compré el traje del Hombre Araña, vimos la película, pero nada. Finalmente, este año lo llevamos a uno cerquita, superhippie, donde van la hija de mi hermana y mi ahijada. Va feliz, le encanta estar con otros chicos.

–¿Duerme con vos?
–Tiene su cuarto y yo lo duermo en su camita, pero a la hora y media empieza: "¡Mamá!". Lo que pasa es que tomó pecho hasta los 2 años y medio y estaba acostumbrado a tenerme cerquita. Y la verdad es que me encanta, es divino amanecer con tu hijo.

–¿Te reclama cuando te vas?
–Me dice que me extraña mucho. Por suerte, las madres de sus compañeros también trabajan y él entiende todo. Pero me dice: "No quiero que trabajes más, ya tengo muchos autitos". ¡Mirá la reflexión! Yo le respondo que a mí me hace feliz lo que hago. Fui mamá grande, tenía una vida armada, y si bien me puse más selectiva con mi tiempo, no quiero dejar de hacer otras cosas que me gustan. Pero Ata es lo más. De hecho, él eligió su nombre.

–¡Se sacó el Merlín! ¿Cómo fue?
–Nos estábamos bajando de un taxi y el chofer le dijo: "Chau, Merlín". Y él le contestó: "Me llamo Atahualpa". A mí me nació decirle: "Sí, mi amor, te llamás Merlín Atahualpa". Después le pregunté por su respuesta y me dijo que así se llamaba cuando era chiquito y que ahora que es grande, se llama Atahualpa.

–¿Qué dijo Ricardo?
–Estaba sorprendido. "A mí me gusta Merlín", decía. Y de hecho, él eligió los dos nombres. Pero bueno… Lo que más costó es que mis padres se acostumbren. [Se ríe].

–Por lo que escuché, con un hijo te plantás, no querés agrandar la familia.
–No digo un no rotundo, pero ahora no tenemos esa necesidad. Yo siento que ahora estoy bien, el tiempo que tengo lo quiero pasar con Ata.

–La semana pasada cumpliste 38. ¿Te pesa el paso del tiempo?
–No. Además, me encanta que sea "mi día". Soy muy esotérica, así que cada año visito a una astróloga para que me haga la revolución solar, que tiene que ver con cómo están los planetas en el momento de tu cumple, una semana antes y una después. Si me preguntás por lo estético, se me cayó todo. [Se ríe]. Aunque muchos me dicen que me ven mejor, yo no lo creo. Siento que no tengo ni el cuerpo, ni la piel ni la energía igual. Pero asumo mi madurez como mujer y como actriz, es lógico. Por eso no acepto papeles que me pongan en una edad menor a la que tengo. No me importa si "doy". Si te embarcás en esa un día te empezás a ver ridícula. Soy una mujer de 38 años, madura y plena, no me interesa parecer una nena. Me gusta divertirme, disfrazarme, estar con su familia y sus amigas, pero definitivamente no soy una nena.

–¿Cómo te cuidás?
–Voy a Lasermed. Me saqué las manchitas que tenía por el sol porque se me notaban mucho y me molestaban hasta para mi trabajo. Y me hago un tratamiento que me reactiva el colágeno. Además, como muy bien, ahora estoy con la raw food, comida "viva", sin cocinar. Y no me privo de los chocolates, que me encantan. Estoy flaca, pero me falta tonicidad, aunque ya no tengo más tiempo para nada… No quiero sobreexigirme, que es algo muy propio de las mujeres.

–¿Y en cuanto a lo personal? ¿Cómo estás?
–Siento que los 38 me encuentran viva, atenta, despierta, agradecida y en plena búsqueda. Sigo definiéndome como alguien que quiere encontrarse. Estoy recorriendo el camino que me lleve a convertirme en una persona con más sabiduría, más capacidad de contemplación. Y quisiera estar más en contacto con la naturaleza.

–Hace años que estás con Ricardo. ¿Cómo es hoy la relación entre ustedes?
–En agosto van a hacer catorce años que estamos juntos, porque contamos desde que empezamos a salir. A nosotros nos define el compañerismo. El se alegra con mis logros y confía en mí más que nadie porque aunque me muestro segura, soy ingenua, me angustio y tengo inseguridades. Entonces él me aclara el panorama de una manera que me sigue sorprendiendo. Siempre me ayudó muchísimo. Nosotros somos muy diferentes en algunas cosas, pero muy parecidos en otras. El ya se encontró, yo todavía estoy en proceso, pero por suerte, me espera a que pegue esa vuelta. A veces se cansa y tenemos nuestros momentos más tensos, pero yo estoy segura de que si alguno de los dos se equivoca, esa soy yo. [Se ríe]. ¡Es que soy más petardo!

–¿Por qué nunca hicieron un disco juntos?
–Varias veces me lo propuso pero no quise. Para componer tenés que saber lo que querés contar y yo todavía no lo sé. Escribo cosas pero me falta. Musicalmente hicimos muchas cosas juntos, pero no quería exponerlo. El lo iba a hacer porque me amaba, pero yo no me sentía capacitada para hacer algo de su nivel. De todas maneras, en Infancia clandestina tocó la guitarra, en Miss Tacuarembó compusimos varias canciones y las grabó, en algunos de mis discos compuso música y yo puse las letras, en Sos mi vida produjo "Corazón valiente", el tema de Gilda… Ya veremos.

–Solías decir que querías vivir en el campo. ¿Sigue en pie?
–Totalmente. Ahora estoy buscando salir de la ciudad. Saqué mi casa de la venta porque no me gustó todo lo que pasó [se filtraron las fotos del interior], pero ya tengo decidido que me quiero mudar. Quiero darle a mi hijo más naturaleza y no tener que esperar a tener tiempo para irme al campo. De chica yo hice cada año escolar en un lugar diferente porque mis padres se mudaban todo el tiempo por temas laborales, y hasta viví en España. Entonces, salvo Rosita, que es mi amiga desde la secundaria y soy madrina de su hija, no tengo amistades del colegio. Aunque eso me sirvió para adaptarme socialmente, la verdad es que me gustaría tener esa cosa de pertenencia. Yo digo que soy del Cerro, pero lo tengo más arraigado por mis padres que por mí, que viví por todos lados.

–Por lo pronto, hace veintiún años que te instalaste de este lado del Río de la Plata…
–Sí, pasó todo muy rápido. Lo que más me gusta es que siento las mismas ganas. La primera vez que vinimos con mis padres para ver dónde me instalaba fue el día del atentado a la Embajada de Israel. Estábamos mirando vidrieras y de repente papá se acercó y se desmoronó el vidrio. "Pero, Carlos, ¿qué hiciste?", le dijo mi mamá. Después nos enteramos de todo. Una señora que era amiga de quien me representaba me alquiló la habitación de servicio. Pagaba 300 pesos por mes y era casi lo que me quedaba del sueldo. Pero por suerte tenía unos pesos porque me había ganado un auto en el concurso de Xuxa y con esa plata me compraba ropa.
"Ricardo se alegra con mis logros y confía en mí más que nadie porque aunque me muestro segura, soy ingenua, me angustio y tengo inseguridades".

–¿Cómo se dio tu primera oportunidad laboral?
–Hice miles de castings hasta que me eligieron para un unitario de Alta comedia. Después vino Inconquistable corazón, con Paola Krum y Pablo Rago, donde era relleno, así que no decía una sola palabra. Pero yo, apenas veía que se acercaba la cámara, empezaba a actuar haciéndome la que hablaba. Todos me decían: "¿Qué haces?". Y yo respondía: "Alguien me va a ver". Y me vio [Alejandro]Romay, que me hizo un contrato y trabajé en Dulce Ana, 90-60-90 y Ricos y famosos. El fue como un abuelo para mí. De hecho, me fui de Canal 9 recién cuando se fue él. Mientras tanto, iba a bailar con mis amigas de teatro, comíamos pizzas y empanadas que mi madre no me dejaba en Montevideo y engordé un montón. También me pelée con mi primer novio y al segundo día me puse de novia acá.

–¿Con Pablo Echarri?
–Sí. Teníamos el mismo representante.

–Siendo tan chica debe haber sido importante contar, además de con un novio, con su familia...
–Fue bárbaro, porque su familia fue como mi familia, tengo unos recuerdos preciosos y fue una de las mejores cosas que me pasaron.

–¿Nunca te arrepentiste de venirte?
–No. Sí reconozco que ahora me agarra cierta nostalgia. Extraño el río y el otro día fui al Cerro de Montevideo. Pasé por la casa de mi abuela, donde yo viví un tiempo. Me sentía muy libre ahí. El Cerro es como un monte, un lugar humilde, aunque para mí es el más lindo de todos. Remontaba cometas, íbamos con mis amigos...

–Podría decirse que todo lo que te propusiste lo lograste con creces. ¿Te quedan sueños por cumplir?
–¡Siempre! Jamás voy a dejar de soñar. Quisiera disfrutar más, ser más consciente, no estar tan absorbida por la vorágine y ser más contemplativa. Y en lo profesional, algún día me gustaría dirigir. Fuente: (Hola!).-
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