Por eso, su última voluntad al respecto pasaba por dejarle su fortuna, de unos 35 millones de dólares, a su pareja sentimental y madre de sus tres hijos, Mimi O'Donnell, para asegurarse de que sus tres descendientes, un niño Cooper, y dos niñas, Tallulah y Willa, tuvieran una buena educación, pero sin acceso a una buena cantidad de millones que les hiciera perder interés por las cosas.
Es parte de una política de Hoffman para que sus hijos se ganaran la vida por su cuenta y tuvieran un alto nivel intelectual. De hecho, en 2004 redactó un testamento poco después del nacimiento de Cooper en el que quería que el pequeño se criara o viviera "en el condado de Manhattan o muy cerca de él".
Posibles problemas
En su defecto, San Francisco y Chicago le parecían alternativas interesantes por "el arte, la cultura y la arquitectura que ofrecen". Si su pareja no era capaz de vivir en una de sus esas ciudades, quería que al menos las visitara dos veces al año para disfrutar de toda su oferta. Llama la atención que no mencionara Los Angeles por ninguna parte, la ciudad en la que despegó su carrera como actor.
El problema ahora es lograr que O'Donnell herede esos millones de dólares, teniendo en cuenta que nunca llegaron a contraer matrimonio por respeto a sus convicciones, algo en lo que está trabajando David Friedman, el administrador del patrimonio del actor. Aunque Hoffman trataba a O'Donnell como a una esposa, las leyes vigentes podrían resultar un problema. Hoffman falleció el 2 de febrero de este año tras años de relación con la heroína. Aunque había logrado mantenerse alejado durante muchos años, había vuelto a engancharse desde hacía meses, una situación que no pudo controlar en pleno auge de su carrera, ya con un Oscar en su haber por 'Capote' y con varios proyectos por delante.