Espectáculos Un título provocador

Médica entrerriana revela con humor la intimidad de la profesión

Es médica, nació en La Paz, se bautizó Cassanddra y cuenta en clave de humor toda la intimidad del mundo de la medicina. Un libro que reúne anécdotas y vivencias de años de profesión, en el que su paso por Paraná también aparece reflejado.
El título es provocador: “Historias de médicos hijos de p…”. Pero lejos de constituir un rosario de reclamos de pacientes disconformes u orillar la cuestión de la mala praxis, lo que se recopila allí son anécdotas y vivencias que muestran con mucho humor la intimidad profunda del mundo de la medicina, vista desde adentro, con sus momentos de heroísmo, pero también con sus miserias.
“Hijo de … en la Argentina no quiere decir hijo de una prostituta, sino que es una expresión que se usa como una alabanza o un aplauso. No es ni siquiera un insulto”, justifica Cassanddra, seudónimo con el cual la médica y actriz nacida en La Paz, Entre Ríos, hace 38 años, firma su obra.
Actualmente Cassanddra vive en Buenos Aires y trabaja en la terapia intensiva de una clínica. Antes, pasó por sanatorios y hospitales de medio país. De todos esos ámbitos proviene el material que conforma el libro. Sus años de ejercicio de la profesión en Paraná, en el Hospital San Martín y en clínicas privadas, también aparecen reflejados. Claro que los nombres están cambiados y también las ciudades. Pero es eso nada más lo que no refleja la realidad. “Todo lo otro es cierto. No hay nada inventado”, destaca la autora.
La descripción de estereotipos es uno de los pasajes más divertidos: “Los médicos somos tipos jodidos”, generaliza la autora. Y a la hora de particularizar especialidad por especialidad, da fe de que las ginecólogas, por ejemplo, “son inconfundibles: siempre están arregladitas, peinaditas, maquilladas, con aritos pequeños y huelen a perfume”.
Los residentes de terapia intensiva, ámbito en el cual Cassanddra se desempeñó durante muchos años, “son personas con mal carácter por naturaleza y con conductas parecidas a las de un topo: no salen, no tienen idea dónde está el laboratorio, ni cómo llegar a rayos y le agradecen al camillero que les muestra el camino porque sino se perderían con paciente y todo”.
Define como “desestabilizantes hipocráticos” a las cuestiones que a los médicos “les alteran la paciencia”. E inscribe allí desde “las urgencias que no son urgencias”, hasta “los pacientes que hablan demasiado”, “los residentes que preguntan por todo” o “los óbitos fuera del horario comercial”.
Párrafo aparte merecen “los famosos con aires de famosos”: cuenta que desde que vive en Buenos Aires se topa con muchos personajes de la farándula en busca de atención médica. “Y muchos son insoportables. Cuando aparece un famoso, nadie lo quiere atender. A veces son lo peor que te puede pasar”, confía.
También los “médicos mediáticos” reciben lo suyo. “Dan consejos por la tele y después los pacientes vienen y repiten como si los hubiera aconsejado el propio René Favaloro. ‘Lo vi en la tele’, insisten”, se desespera Cassanddra.
La jerga de hospital ocupa otro de los capítulos. Allí se revela que al anestesista se le dice “el dormidor”, redactar una historia clínica es “dibujar”, la guardia es “la gatera”, el cardiólogo es “el bobero” y el camillero, “el tachero”.
No son sólo observaciones personales y anécdotas, sino que en el libro se incluyen tres cartas, una de Hipócrates y dos recientes anónimas que circulan vía correo electrónico entre galenos. Con distintas palabras, muestran realidades que se repiten. En las cartas de Hipócrates, queda demostrado que muchas de las cosas que ya se decían –y padecían– antes de Cristo, continúan completamente vigentes: “La vida te parecerá un vasto hospital”, cita Cassanddra al médico griego. Y asegura soportar, al igual que todos sus colegas, que todo el mundo le cuente sus problemas de salud en cualquier momento y en cualquier lugar.
Según Cassanddra, más allá de algún enojo menor, los colegas se divierten mucho con su libro y se sienten realmente identificados. Y los pacientes se sorprenden mucho.
“Siempre aviso que puede ser un texto algo incómodo de leer porque hace añicos la imagen que comúnmente la gente tiene del médico y eso genera emociones diversas”, advierte. “Se te exige que seas un dios y cuando actuás como humano, todo el mundo se sorprende”, acota.

Médica, bruja y artista

En su blog (www.soycassanddra.blogspot.com), la autora se presenta: “Me llamo Cassanddra, soy médica, bruja y artista. Vivo en Buenos Aires. No entiendo cómo hay gente que puede vivir sin tatuajes, me atraen la cocina (lo cual no implica que lo haga bien) y los medios masivos de comunicación (lo que no quiere decir que me vaya a poner un conchero, les juro que la comunicación a nivel masivo es otra cosa). Alterno períodos de espiritualidad y vida sana, con otros de descontrol absoluto, por lo cual ya me puedo morir: le he sacado el jugo a esta encarnación. Mi cuerpo nació en Entre Ríos; mi alma, en Rosario. Me mudé por medio país simplemente porque se me cantó”.
Por teléfono, completa: “Nací en La Paz, en la Clínica Mayo. Como estaba todo ocupado, tuve que nacer en la sala de rayos X. De ahí posiblemente vengo a salir así”, ironiza.
Empezó publicando anécdotas en la red social Facebook. Una amiga las imprimía y las repartía entre sus compañeros en la empresa en la que trabajaba y esa iniciativa sirvió de testeo para la idea de publicar. El libro salió a la venta a fines de diciembre de 2010, editado por Vergara (Ediciones b) en Buenos Aires.
Y cuenta que Historias de médicos... es su segundo libro, pero el primero de humor. El anterior, Rouge y lágrimas, es de poesías y fue editado en Rosario en la primavera de 1993. “Yo estaba tan chiflada que escribía mi diario íntimo en versos. Un amigo lo halló y lo llevó a la editorial”, cuenta. (El Diario)
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