La siembra comenzó a mediados de mayo, con algunas demoras, pero las lluvias caídas en las últimas semanas en la zona central no alcanzaron para decidir a los productores, más preocupados por el precio que podrán recibir por el cereal cuando lo vendan, a fin de año. A la incertidumbre en el plano internacional, donde no hay certezas sobre cuál será la producción final global se suma que el producto se cosechará con un nuevo Gobierno en la Argentina.
El nivel de siembra esperado por la BCR es el segundo más bajo de los últimos 100 años, sólo superado por el ciclo 2012/13, cuando a fin de esa campaña se vivió una fuerte tensión en el mercado local por faltantes del cereal y precios de su derivado, la harina, y de productos elaborados, como el pan, que se dispararon. Entonces, aún estaba al frente de la Secretaría de Comercio, Guillermo Moreno, quien firmó una resolución que aplicó para el cereal la Ley de Abastecimiento. Entonces, la siembra había alcanzado las 3,1 millones de toneladas.
Las estimaciones de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires son algo más optimistas, de 3,7 millones de toneladas para el trigo, mientras que el Ministerio de Agricultura en su primera estimación, del mes de junio, estimó una siembra cercana a las 5 millones de toneladas. Es de esperar que, como el resto de las entidades, ajuste ese cálculo a la baja en su próximo relevamiento, al tiempo de que se reduce la llamada ventana de siembra para el cereal, sin posibilidades ya de revertir los números.