Todo empezó hace un mes cuando la noticia sorprendió a los jugadores, al club y a toda la ciudad. El sorteo los invitaba a una cita de lujo: sería River el rival de 32avos de final. Con la emoción encima, Maxi fue y le avisó a su jefe.
"Necesitaba tomarme cuatro o cinco días. Le conté que era algo inigualable, que no me iba a pasar nunca más. Pero me habló como empresario y me dijo que no puede estar tanto tiempo sin producir facturas. Yo lo entiendo. Sabía que si viajaba perdía el trabajo. Se fue acercando el momento y tuve que decidir", relató el jugador a Clarín.
Peña, al igual que otros cinco compañeros, no cobra un solo centavo del club. Cuenta que los jugadores más grandes sí reciben un sueldo y espera empezar a cobrar pronto. Fanático de Boca, se reía de la posibilidad de poder ser verdugo de River. Hasta que tomó el avión con rumbo a Formosa. "Fue la primera vez que me subí a un avión". Hasta que pisó el campo de juego y miró de reojo a Pablito Aimar y a Pisculichi. Hasta que los flashes lo encandilaron y volvió a ser un chico.
"Me saqué fotos con Gallardo, un fenómeno. Después vino al vestuario y posó con todo el plantel. También me dio el pantaloncito Germán Pezella. Espectacular. Todo fue hermoso", rebobina la cinta y sigue sin poder creerlo.
Cuando faltaba un día tuvo que tomar la decisión. No lo dudó nunca. Encaró al jefe y le dijo que probara tranquilo a otro muchacho porque él al día siguiente debía viajar a Formosa. Tenía que tomar el primer avión de su vida. Iba a perder su trabajo. Iba a jugar contra a River. "Esto no se repite nunca", resume Maxi, que vio los 90 minutos del partido desde el banco de suplentes.
Al llegar a Bahía, empezará a buscar trabajo. "Ya me llamaron de una pizzería -avisa-. Voy a ver si pruebo el fin de semana".