Paraná Una liturgia en Santa Ana la recuerda

Se celebra Santa Mónica, patrona de “las madres cristianas”

Este miércoles se celebra Santa Mónica. En la Parroquia Santa Ana se realizó la liturgia. El sacerdote de la Iglesia contó a Elonce TV que las madres de la asociación “se reúnen para rezar”.
Santa Mónica fue la madre de San Agustín y se la conoce por haber logrado la conversión de su hijo. Mónica nació en Tagaste (África del Norte) a unos 100 km de la ciudad de Cartago en el año 332. Su nombre significa dedicada a la oración y a la vida espiritual.
A la homilía de este miércoles “han concurrido las mismas integrantes de la asociación y sus familias. La asociación tiene el fin de rezar por los hijos”, mencionó a Elonce TV, el sacerdote de la Parroquia Santa Ana, Javier Velicogna.
“Santa Mónica fue una mujer que rezó cuarenta años por la santidad de su hijo. El rezo no tiene lugar, todo nos puede hacer acordar a Dios y elevar una oración. Al deber de oración lo tenemos todos”, aseveró.

La historia de Santa Mónica
“Cuántas lágrimas derramó esa santa mujer por la conversión del hijo! ¡Y cuántas mamás también hoy derraman lágrimas para que los propios hijos regresen a Cristo! ¡No perdáis la esperanza en la gracia de Dios!”, dijo Papa Francisco en agosto del 2013.
Santa Mónica, siendo joven y por un arreglo de sus padres, se casó con Patricio, un hombre violento y mujeriego.
Algunas mujeres le preguntaron por qué su marido nunca la golpeaba, entonces les dijo: "Es que, cuando mi esposo está de mal genio, yo me esfuerzo por estar de buen genio. Cuando él grita, yo me callo. Y como para pelear se necesitan dos y yo no acepto la pelea, pues.... no peleamos".
Sin embargo, Mónica nunca dejó de rezar y ofrecer sacrificios por la conversión de su esposo, quien cambió de vida, se bautizó y murió como buen cristiano.
Pero su dolor no terminaría ahí. Agustín, su hijo mayor, tenía actitudes egoístas, caprichosas, y no se acercaba a la fe. Llevaba una vida disoluta y ella sufría por ver a su hijo alejado de Dios. Es por eso que durante años siguió rezando y ofreciendo sacrificios.
Cierto día se acercó a un Obispo para contarle su pesar. El Prelado le respondió diciendo: “Esté tranquila, es imposible que se pierda el hijo de tantas lágrimas”.
Ella siente realizada su misión cuando, tiempo después, San Agustín es bautizado en la Pascua del 387. Luego muere en el puerto de Ostia, África, a los 55 años.
En el Ángelus del 27 de agosto del 2006, el Papa Benedicto XVI, recordando a estos dos santos, dijo: “Santa Mónica y San Agustín nos invitan a dirigirnos con confianza a María, trono de la Sabiduría. A ella encomendamos a los padres cristianos, para que, como Mónica, acompañen con el ejemplo y la oración el camino de sus hijos”. Elonce.com.
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