Paraná Esta tarde habrá una misa

Se cumplen 10 años de la desaparición de Fernanda Aguire

La comunidad de San Benito recordará a Fernanda Aguirre con una misa que se celebrará esta tarde en la parroquia del pueblo. A una década del secuestro y desaparición de la joven, no hay pistas firmes sobre su paradero.
Ya pasaron diez años de aquel 25 de julio de 2004 y la población de San Benito, donde desapareció Fernanda Isabella Aguirre, sigue pidiendo justicia y respuestas.
El secuestro fue juzgado y hay una persona que cumple una pena por eso, pero a diez años de la desaparición de Fernanda, no se sabe qué pasó con ella. María Inés Cabrol, su madre, fue abanderada de la lucha para dar con su paradero y recorrió el país detrás de cada nueva pista que surgía. Así hasta que en 2010 murió de leucemia sin haber podido saber cuál fue el destino de su hija.
Hoy Fernanda tendría 23 años y la última “pista” sobre su paradero la aportó una joven que a los 11 años fue capturada por una red de trata de personas con fines de explotación sexual y fue trasladada desde Misiones a San Luis. En su desgarrador testimonio, la chica dijo que vio a Fernanda en 2005 o 2006 en un prostíbulo llamado Venus y que la reconoció por una foto que le mostraron luego de ser rescatada.
La joven declaró ante la jueza Marina Barbagelata, que tiene a su cargo el expediente sobre el paradero de Fernanda, y antes de la feria se decidió enviarle más fotos de Fernanda, desde distintos perfiles y situaciones, a fin de confirmar si la persona con la que la testigo estuvo es efectivamente la adolescente entrerriana.
Miguel Ángel Lencina y su sobrino Jonathan, de 14 años, estaban en la esquina del acceso a los cementerios, en calle Federación y San Martín cuando pasó Fernanda Aguirre.
Lencina estaba de paso en el pueblo y a las pocas horas debía volver a la cárcel de Concepción del Uruguay, donde purgaba una condena de 20 años de prisión por un doble homicidio. Esa tarde había salido a pasear con su mujer y su sobrino por el cementerio Parque de la Paz. Intentó asaltar una florería con un arma, pero ellos lo convencieron de que no lo hiciera.
Algo le dijo a Fernanda cuando pasó y algo le habrá contestado ella. “Ya vas a ver lo que le pasa a ésta cuando vuelva”, lanzó Lencina, según dijo luego su sobrino.
Fernanda vestía pantalón negro, una camperita marrón y zapatillas azules con blanco, llevaba su largo cabello rubio y lacio mojado pero atado, y con una sensación que mezclaba miedo y timidez caminó unos pocos metros hasta el puesto de flores de su madre, que estaba apenas doblando una esquina. María Inés la había llamado para que le llevara tres claveles a una vecina que quería regalárselos a una amiga.
Atemorizada, le pidió a su madre que la llevara en el auto, pero emprendió la vuelta tranquila y confiada en que ella y su hermana María Emilia, que también atendía el puesto de flores, estarían observándola.
Cuando volvió a pasar frente a Lencina, éste se abalanzó sobre ella. La tomó del cuello y la obligó a cruzar desde la esquina hasta un predio abandonado, a media cuadra, donde la geografía está dominada por sembradíos de soja, grandes y añejos árboles y altos pastizales. Ahí se la ofreció a su sobrino para debutar sexualmente, pero él aseguró que rechazó la propuesta y entonces Lencina le preguntó a Fernanda si sus padres tenían dinero. Lo que pasó después con Fernanda, es parte de una historia desconocida.
Mirta Analía Chaves fue condenada en 2007 a 17 años de prisión como coautora del secuestro de Fernanda. La mujer fue quien realizó las llamadas a los padres pidiendo el pago de un rescate por la liberación de Fernanda.
“Mire señora, ni se preocupe, la nena está bien pero la secuestramos. Debe pagar 2.000 pesos. Déjelos en el Puente de Hierro. Nosotros la volvemos a llamar en una hora”, le dijo Chaves a María Inés cuando atendió el teléfono.
Luego llamó otras dos veces y fue Julio Aguirre, el padre, quien entregó el dinero ya entrada la noche en cercanías del Puente de Hierro, sobre Avenida Almafuerte. Lo dejó envuelto en una remera y se quedó un rato esperando en el auto. Lencina y su mujer tomaron el dinero, pasaron por la casa de su familia y se marcharon.
Aguirre llegó a su casa ya en la madrugada del lunes, y a la media hora atendió el último llamado.
“Ya largamos a la chica, ya debe estar llegando a la casa”, le dijo Cháves.Pero Fernanda nunca llegó.
Lencina y Chaves fueron detenidos cinco días después. El hombre negó haber estado en Paraná, pero el 6 de agosto de ese mismo año apareció sospechosamente ahorcado en la celda que ocupaba en la Comisaría 5ª antes de declarar.
Como se dijo, Chaves fue condenada. El juez Héctor Toloy llevó a juicio a Raúl Monzón, primo de Lencina, a quien acusaban de haber prestado apoyo logístico para sacar a Fernanda de la ciudad y entregarla a una red de trata. En el juicio Monzón fue absuelto.
El caso fue juzgado como secuestro y la madre de Fernanda murió segura de que su hija había sido captada e introducida en una red de trata con fines de explotación sexual.

“Por supuesto que pienso que está viva”
María Dora Alterbach, la abuela de Fernanda, dijo tener la certeza de que la joven está viva en algún lugar y afirmó que “Lencina no se suicidó, por algo lo mataron; fue para que no dijera nada”. La mujer fue contundente: “Por supuesto que pienso que está viva”.
En declaraciones a la agencia Telam, la madre de María Inés Cabrol afirmó que “a Fernanda la hicieron desaparecer, la secuestraron y al día de hoy la seguimos buscando pero no sabemos nada” y aseguró que “fue Miguel Ángel Lencina quien se la llevó”.
Finalmente, la mujer cuestionó la difusión periodística que tuvo el testimonio de la joven víctima de trata que dijo haber compartido cautiverio con su nieta en un prostíbulo de San Luis: “Esas denuncias no se deben hacer públicas, porque a las víctimas enseguida las cambian de lugar y se la llevan a otro lado”.

Misa
Esta tarde, a las 19, se realizará la misa “para seguir renovando el pedido de justicia por Fernanda y todas las Fernandas que pasan por la misma situación”, señaló Leonardo Tovar, el sacerdote de la Parroquia San Benito Abad. Además, continuará el congreso contra la violencia y la trata de personas, que se está desarrollando en la parroquia, organizado por la Fundación Queremos Ayudar.
“Lamentablemente, la mamá de Fernanda murió sin saber qué le pasó y su abuela sigue sin saber; yo mismo a veces no sé si pedir por el eterno descanso de Fernanda”, acotó el sacerdote.
No obstante, Tovar destacó que “Fernanda siempre es recordada en la escuela, se han hecho murales y todos los meses se hacen misas pidiendo verdad y justicia para ella y tratamos de darle apoyo y contención a la familia, nunca dejamos de hacerlo; no nos olvidamos de ella. Aunque nuestro aporte constituye una llamita muy pequeña, no queremos que se apague”, enfatizó el sacerdote.
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