Paraná Sueño cumplido: llegaron a Uruguay nadando

Más de 100 chicos discapacitados unieron Colón con Paysandú por el río Uruguay

Los más de 100 chicos de Santa Fe y Entre Ríos partieron por el río Uruguay acompañados por familiares y embarcaciones, desde el Club Piedras Coloradas para unir las ciudades de Colón con Paysandú, en Uruguay. Nadaron 12 kilómetros.
Nadie sabe si se escuchó realmente o si sonaba así el agua, a puro golpe de esfuerzo. Muchos aseguran que, ayer, oyeron el grito de “¡si tú quieres, yo puedo!” cuando un estallido de brazos y piernas se lanzó al desafío de unir la costa argentina con la uruguaya, por el río Uruguay. A las 11 y media de la mañana, desde Colón, Entre Ríos, más de 100 nadadores con distintas discapacidades comenzaron la travesía. Fueron haciendo postas. Y apenas después de las 5, llegaron a Paysandú, en la costa por donde sale el sol.
Habían nadado 12 kilómetros. Habían vencido. Y el tono épico y feliz se contagiaba. Es que los “Tiburones del Paranᔠno son un grupo más. Componen un proyecto deportivo para chicos y jóvenes con discapacidad. Hablamos de autismo, síndromes de Down, de Rett y de West; parálisis cerebral severa, retrasos mentales moderados y profundos. Desde hace tres competencias sumaron a nadadores sin ninguna discapacidad de los que ayer se sumaron 40.
Todo empezó hace 23 años en Arroyo Seco, a 30 kilómetros de Rosario. “Tenía una escuela de natación común para chicos de alto rendimiento –dice a Clarín Patricio Huergo, alma mater del emprendimiento–. Pero vino a verme una madre con un hijo de 7 años que recién comenzaba a caminar. Tenía parálisis cerebral. Acepté el desafío y comencé a aprender. Luego, llegó otra madre con su hijo autista. En 1997 se creó un Plan Municipal; en 1998 tuvimos nuestra primera travesía. Y no paramos más”.
Cada marzo, estos tiburones hacen su nado en aguas abiertas. En el 98 fueron 12, luego 17. Ayer, fueron 140. En 2003 realizaron (fue la primera vez en el mundo) una maratón a nado de 200 kilómetros y 30 horas de duración con chicos especiales, con pruebas diurnas y nocturnas.
Tras conseguir apoyo gubernamental de Santa Fe, se construyó un natatorio con total accesibilidad y comenzaron las clases integradas: chicos, jóvenes y adultos con y sin discapacidad, “en un mismo horario, con los mismos profesores, objetivos y plan de trabajo. Lo único que los divide es si saben o no nadar”, sostiene Huergo.
Ayer, tuvieron su 13º experiencia no competitiva sino demostrativa, de lo que las personas con discapacidades pueden hacer. Llevaban apoyo de Prefectura naval, Gendarmería, médicos, clubes y municipios; más unas 130 personas, entre lanchas de apoyo, profesores, familiares y prensa.
El más pequeño de los tiburones tenía 18 meses. A todos, la fiesta les saltaba en el cuerpo.
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